Una buena alimentación puede promover y mantener la salud y prevenir enfermedades. Los factores que afectan la alimentación en las personas mayores son los cambios propios en el envejecimiento, hábitos alimentarios, actividad física, estilos de vida, nivel de instrucción, redes sociales, conflictos personales y familiares, alteración en los sentidos (olfato y gusto), polifarmacia, estado de la boca y dentadura.
Evidencias de una mala alimentación:
- Cambios en la alimentación (no comer, comer compulsivamente, negarse a comer)
- Comer siempre la misma comida.
- Irritabilidad y frustración en el momento de la alimentación.
- Perdida de las habilidades para utilizar utensilios.
La intervención desde terapia ocupacional radica en la implementación de técnicas y estrategias para incrementar la independencia en la actividad, entre ellas se puede nombrar, la evaluación y creación de entornos físicos adecuados con buena iluminación, cálidos, tranquilos, generar rutinas estables que sostengan hábitos útiles de vida y asesorar a la familia y cuidadores para que respeten el ritmo de la persona mayor.
Cuando la persona mayor padece algún tipo de demencia la intervención terapéutica debe ser dirigida a conservar la autonomía retrasando el deterioro en el desempeño de la actividad de alimentación.
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